mardi 11 mai 2021

Epifanía una nueva manera de amar

 

(2021)

Traducción del original francés. http://brunomori39.blogspot.com/2021/01/lepiphanie-ou-lemergence-dune-nouvelle.html.  

 

En las iglesias cristianas de los primeros siglos, la fiesta de la Epifanía conmemoraba y celebraba los tres momentos más importantes del comienzo de la vida de Jesús: su nacimiento en Belén, la adoración de los Magos y ser bautizado por Juan en el Jordán.

Navidad (del latín dies natalis) es el relato poético e imaginario del nacimiento y la aparición y por ello de la presencia entre los hombres de un “salvador”.

Epifania, que significa manifestación, aparición, revelación, es el hermoso cuento de la llegada de los Magos al pesebre de Belén. Es uno de los mitos cristianos más populares y célebres, sobre todo en la Iglesia de Oriente, a causa de su gran carga simbólica. Históricamente es más antigua que la fiesta de Navidad que, en Occidente, se comenzó a celebrar sólo a partir del siglo V, cuando reemplazó las fiestas paganas del solsticio de invierno, en las que se saludaba la llegada del dios-sol mensajero y portador de más claridad y luz a los seres humanos.

Entonces, para los cristianos, Navidad y Epifanía constituían dos solemnidades bastante semejantes porque, tanto la una como la otra, conmemoraban la aparición de Jesús en el mundo de los hombres. Un Jesús a quien la fe cristiana consideraba presencia de Dios, estrella de Dios y luz de Dios, aparecidas para disipar las tinieblas de la maldad y del mal.

La fiesta del bautismo del Señor, en las aguas del Jordán y el relato de una voz divina que presenta a Jesús como el hombre “privilegiado” por Dios, por El especialmente amado y que se manifiesta públicamente a los hombres de su tiempo.

Todos estos cuentos fueron imaginados y elaborados por los autores cristianos del siglo primero con el fin de hacer comprender a sus hermanos en la fe que, con la aparición y presencia de Jesús entre nosotros, hizo su aparición en nuestro mundo una nueva cualidad de amor (incondicional, gratuito y desinteresado). Una nueva forma de amor que encontró en Jesús su receptáculo, su morada y su elección manifiesta.

En efecto, a través de la vida y la obra de este hombre, ese amor está ahora destinado a comunicarse, manifestarse, activarse y actuar en la vida de todos aquellos y aquellas que se apegan a él y lo siguen en el camino que trazó para que cambien el mundo viejo en un mundo nuevo. Un mundo que Jesús llamó “el reino de Dios” y del que señalaba debía construirse primero en cada uno de nosotros, porque primero – decía: “el Reino de Dios está en ustedes”.

Entonces la Epifanía se hace hoy para nosotros una historia magnífica que, en su simbolismo y su poesía encantadora, quiere anunciarnos la aurora de un nuevo día que se levanta sobre nuestra tierra. Anuncia la posibilidad de una nueva manera de ser humano y de amar. El advenimiento de una nueva sociedad donde las relaciones entre los individuos ya no estén basadas, como en el pasado, sobre el principio bruto y primario de la fuerza, el temor, el interés personal, el enfrentamiento, la explotación y la opresión del más débil por el más fuerte, sino sobre la fuerza de la compasión y el amor fraternal y desinteresado que hace de nosotros personas espiritual y humanamente más dotadas y realizadas. Por tanto, ya no más la práctica de la discriminación, la ley del talión, el “diente por diente”, sino de la mano tendida, el amor a los enemigos, el bien ofrecido a los que nos quieren mal, el perdón concedido “setenta veces siete”, amar no como querríamos ser amados, sino como “Dios” ama.

De ahí por qué los cristianos sienten la necesidad de celebrar, recordar y confrontarse continuamente, o al menos cada año, con el Misterio de esta “divina” presencia del amor escondido en las profundidades de nuestro ser. A lo largo de estas celebraciones, muchos de entre nosotros buscan hacer balance y ver en qué medida la presencia de ese amor ha conseguido transformar y mejorar la calidad de nuestra vida.

Conservar activa en nosotros la presencia de esta cualidad única de ese amor del que sólo nosotros somos capaces, debería ser la principal inquietud de cada cristiano. Porque ese preciado tesoro ha sido confiado principalmente a nuestra responsabilidad de discípulos de Jesús. Como él y después de él, en efecto, somos sus principales mensajeros y testigos. Nuestra misión consiste en ayudar a los individuos de nuestra especie a dar el salto evolutivo hacia una forma más amable y amante y por ello más realizada de humanidad.

  

Bruno Mori 1o enero 2021

Traducción de Ernesto Baquer

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