samedi 17 juillet 2021

Quién, ¿qué conduce nuestra vida?

 

(4º dom. de Pascua, B – Jn.10, 11-18) 

 

La imagen del Buen Pastor aplicada a Jesús es, indudablemente, la más conocida y amada por los cristianos.

En el Evangelio de Juan, la conducta de Jesús, antes de representarla con la imagen del “buen pastor”, la describe como la “puerta”. El pasaje de hoy sólo nos presenta la segunda imagen, la del pastor, pero las dos hemos de considerarlas unidas.

La puerta no se mueve, está inmóvil, siempre en el mismo lugar. Podemos usarla para entrar, para salir y permanecer afuera. Cuando la necesitamos, la puerta nos acoge y nos protege. Podemos cerrarla o dejarla abierta. Está siempre allí para nosotros. Está siempre allí cuando la necesitamos.

Todos necesitamos encontrar “personas-puerta”: personas que estén siempre allí para nosotros. Que estén prontas para acogernos, escucharnos y amarnos, sin juzgarnos ni condenarnos, sea lo que sea que hayamos hecho o estemos haciendo. Jesús es una persona así. También nosotros, en cuanto discípulos, estamos llamados a ser o a convertirnos en este tipo de individuos que vive con el corazón y los brazos, siempre abiertos, siempre dispuestos a escuchar, ayudar, reconfortar, apoyar y levantar a aquellos que querrían tirar la esponja ante las pruebas, dificultades y sufrimientos de la existencia. Y eso para que continúen creyendo en la presencia en su vida de un Misterio de amor que los sostiene y los acompañará siempre.

El Evangelio nos invita a continuación a ser “pastores, es decir gente que “cuida” de los otros y de todas las criaturas que nos rodean. Invitación que nos llega precisamente en este tiempo de Covid, cuando nuestra salud depende de la capacidad de cada uno de nosotros, en prestar atención, cuidar y preocuparse del bienestar y la salud de todos los demás.

Por tanto estamos llamados a ser para todos puertas y pastores. Todos tenemos un rol de responsabilidad, solidaridad, guía, hacernos cargo y cuidado recíprocos. Ya sea que juntos vivamos unidos, preocupados y responsables los unos de los otros,. Ya sea que juntos, perezcamos.

Ha llegado el momento de que nos planteemos: ¿quién es el pastor de nuestra vida? ¿A quién le confiamos ahora nuestra existencia? ¿Cuáles son los valores que la orientan? ¿Qué o cuales los modelos que la inspiran? ¿El éxito, el poder, la celebridad, el dinero, el saqueo, el pillaje, el destrozo del planeta para producir más, poseer más y para consumir con desmesura… y sin reparar en las consecuencias? ¿O más bien es la disponibilidad, el servicio, la abnegación, el altruismo, el respeto, la gratuidad y la generosidad del darse, la atención afectuosa y atenta con nuestros hermanos humanos y con el Planeta?

Según ustedes, ¿cuál de esas dos actitudes vuelve la vida de una persona, mejor y más realizada a los ojos de los hombres y a los ojos de Dios? ¿Cuál será la más apta para asegurar el bienestar y la felicidad personales, así como el futuro de nuestra sociedad y nuestro mundo?

El evangelio del Buen Pastor de este domingo, en el que Jesús dice dos veces: “Yo doy mi vida por mis ovejas”, quiere por tanto confiarnos a cada uno de nosotros un mensaje muy simple pero de capital importancia para la cualidad de nuestra existencia cristiana y humana. Sólo si tú estás dispuesto a vivir tu vida preocupándote de la de los otros, tú podrás salvar y culminar plenamente la tuya…

 Bruno Mori –  21 abril 2021 

 

Traducción de Ernesto Baquer

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