mardi 19 mars 2019

UN AMOR QUE QUIERE SABERLO TODO


(3o dom. ord. C – Lc 1,1-4)



Hemos leído el comienzo del evangelio de Lucas. El evangelio que nos acompañará durante este año litúrgico. Lucas nos dice qué método siguió para escribir su evangelio. Esencialmente dice: “Queridos amigos, no estoy aquí para entretenernos con cuentos de hadas, o para contarles anécdotas edificantes sobre la vida de este gran personaje que fue Jesús. Circulan muchas historias por cuenta de quien las dice, pero cuya autenticidad nadie se ha tomado el trabajo de verificar. Bueno, yo ¡sí lo hice! Busqué, elegí mis fuentes, interrogué a testigos oculares de fiar, seleccioné mis informaciones. No me quedé con cualquier cosa, sino sólo con lo que juzgué fiable y verídico”.

Lucas es médico, un hombre instruido, metódico, un escritor dotado y serio que no quiere arriesgarse a que un día le digan que ha escrito cualquier cosa. Garantiza de entrada a sus lectores que ha efectuado un trabajo histórico preciso, detallado y probado.

Al garantizar la credibilidad de su trabajo, Lucas quiere que sus lectores comprendamos que ha escrito algo muy importante y precioso, porque contiene un regalo, o mejor, un tesoro precioso, ofrecido a los discípulos de Jesús y destinado a enriquecernos. Es que ha escrito para gentes que buscan seguir las enseñanzas del Maestro Jesús, vivir según sus valores, principios y el espíritu que nos dejó. Porque su evangelio es una buena noticia dirigida a personas que han sido fascinadas y conquistadas por la originalidad de su enseñanza, la calidad extraordinaria de su humanidad y que lo aman con todo su corazón y todas sus fuerzas.

Lucas médico es también un poco sicólogo, sabe qué fuerte es en lps que aman, el deseo de conocer los menores detalles de todo lo que se relaciona con la vida del ser amado. Cuando amamos a una persona, queremos conocerla a fondo, buscamos saber siempre más de él. ¿De dónde viene el que amo? ¿De qué familia salió? ¿En qué escuela fue formado? ¿Qué ha hecho en su vida? ¿De dónde sale su encanto, su atractivo, su espíritu, su saber, su carisma, sus conocimientos? ¿Qué personas le rodearon antes de que yo lo encontrara? ¿Cuáles son sus gustos, sus preferencias? ¿Quién es, qué es, lo que ama o lo que detesta? ¿Por qué valores se juega? ¿Cuáles son sus sueños, sus proyectos, sus éxitos, sus realizaciones? ¿Cuáles sus defectos, debilidades, derrotas, fracasos? ¿Qué es lo que lo hace feliz? ¿Qué es lo que lo deja triste o lo hace llorar? ¿Quiénes son sus amigos, sus enemigos? ¿Quién es realmente? ¿Por qué me parece tan especial, tan diferente? ¿Por qué me atrae y me fascina tanto? ¿Por qué razón me ha sacudido y cambiado mi vida? ¿Por qué me siento tan bien en su compañía? ¿Por qué me siento mejor persona cuando modelo mi conducta a ejemplo suyo?...

Sólo si nos planteamos estas preguntas y si buscamos responderlas, podremos medir la autenticidad y la fuerza de nuestro amor por él, y el impacto que provoca en nuestra existencia de discípulos. Precisamente Lucas dice haber escrito su evangelio para que tengamos la posibilidad de encontrar respuesta a todas esas preguntas.

Lucas, un médico de Antioquia, nunca se encontró con Jesús. Lucas conoció a Jesús a través del apóstol Pablo, el que a su vez, no había conocido personalmente a Jesús. El encuentro de Lucas con el pensamiento y la enseñanza del Maestro de Nazaret cambiará para siempre jamás el curso y la calidad de su vida.

Querido Lucas, ¡qué cerca estás de mí! ¡También yo jamás vi a Jesús en carne y hueso! A veces, llego a pensar que, si hubiera tenido la oportunidad de vivir en su tiempo, de encontrarlo en mi caminar, de vivir a su lado, de escucharlo, de ser testigo de sus milagros, de sentir la fascinación y el encanto que se desprendían de su persona… bueno, yo también habría podido convertirme es su mayor amigo, en un admirador entusiasta. Habría hecho lo imposible para secundarlo y ayudarle a realizar sus proyectos humanitarios de compasión, de ayuda a los pobres, de fraternidad y amor universal. Me habría convertido en uno de sus discípulos más fieles y comprometidos. ¡Un cristiano auténtico, cien por cien!

Y Lucas hoy me dice que, tampoco él vio ni conoció nunca al Nazareno, y sin embargo ¡fue conquistado totalmente por él, y que cambió su vida para siempre ¡Y Lucas nos puede asegurar que nuestro amor de discípulos puede ahora encontrar en su evangelio todo lo que hace falta para satisfacer nuestras ganas de proximidad y conocimiento! Tan sólo hay que tomarse el trabajo de leerlo, de apropiárnoslo, de impregnarnos de él, de permitir nuevamente al Espíritu de Jesús, contenido en su evangelio, que nos toque y llegue a las profundidades y la sensibilidad de nuestro corazón.

Nosotros, los cristianos modernos, que vivimos en un mundo que con frecuencia nos aliena y nos dispersa; que sabemos tan poco sobre Jesús, a quien sin embargo admiramos y amamos… ¿Cuándo y dónde nuestro amor por él encontrará la oportunidad de satisfacer nuestro deseo de conocer y saber más sobre él?

Para nosotros que habitamos actualmente en este barrio de NDG  (Notre Dame de Grâce, en Montreal, Quebec) no será aquí, en esta iglesia, donde cada domingo tenemos la posibilidad de encontrar al Maestro de Nazaret, de escuchar, de profundizar y asimilar su palabra y siempre un poco más aprender sobre su persona y el espíritu que lo anima? ¿Ese espíritu que no acaba de estremecer y seducir nuestro corazón de discípulos, de alimentar nuestra adhesión a él y de dar mucho más aire y altura a nuestra existencia?

Queridos amigos, en esta Eucaristía que nos congrega en nombre de Jesús, agradezcamos al evangelista Lucas que nos recuerde todo esto.

Bruno Mori
(Traducción de Ernesto Baquer )

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