Dios nos necesita a nosotros y nosotros lo necesitamos a el
4° dom Pascua B
Original francés: http://brunomori39.blogspot.com.uy/2015/05/dieu-besoin-de-nous-et-nous-avons.html.
En los evangelios todos los textos están allí para hacernos reflexionar;
pero hay algunos que tienen el poder de conquistarnos e incluso darnos vuelta.
Este que leemos es uno. El texto busca hablarnos a través de un conjunto de
imágenes sacadas de la vida de los pastores palestinos del tiempo de Jesús. En
definitiva, la enseñanza que este pasaje nos quiere transmitir es muy simple.
Nos dice que Dios es como un pastor. Actúa y reacciona como un pastor actúa y
reacciona en presencia de sus ovejas. Jesús quiere enseñarnos que lo que Dios
siente por nosotros es comparable a lo que un buen pastor siente por sus
ovejas. Un pastor es un hombre que sólo
tiene sus ovejas y que sólo vive por ellas y de ellas. Sus ovejas representan
toda su subsistencia e incluso toda su existencia. Sus ovejas le son
necesarias, indispensables. Un pastor, si le quitáramos sus ovejas, no sería
gran cosa; no tendría nada más y, frecuentemente, no sería más nada. Sus ovejas
son todo lo que es y tiene; por así decirlo, son toda su vida. Por eso las
cuida, las ama, las conoce a todas, a cada una, por su nombre, por eso nunca
termina de contarlas para asegurarse que todas están bien y allí... asegurarse
que no hay ninguna perdida en el camino y que todas están en la seguridad del
redil.
Y bien, nos dice Jesús, para Dios ustedes son como sus
ovejas; son lo que le es más querido, más precioso; son toda su vida; para Dios
todos ustedes son necesarios, indispensables… Con estas imágenes, Jesús busca
transmitirnos otra manera de
concebir y pensar a Dios. Y esta otra manera de concebir a Dios, a primera
vista nos desconcierta. Es que es algo muy serio decir que ¡¡¡le somos
necesarios a Dios, que Dios nos necesita, que Dios sin nosotros no es nada!!!
¡Una afirmación así nos sacude! ¡Vamos, ¿qué dices tú Jesús de Nazaret?! ¡Si
siempre nos han predicado lo contrario! ¡Si siempre hemos entendido lo
contrario!
Y sin embargo, es eso lo que Jesús busca decirnos a
través de la imagen del pastor. Es verdad –nos dice- ¡¡¡que ustedes necesitan a
Dios!!! Pero piensen que también Dios los necesita a ustedes. ¡Piensen! ¿Qué
sería él sin ustedes? Un padre sin hijos, una misericordia sin perdón, una
gratuidad sin gracia, una generosidad sin posibilidad de dar, una bondad sin
oportunidad de hacer el bien, un océano de amor sin poder derramarse sobre
nada, un corazón desbordante de ternura sin nadie para amar, una inmensidad
cerrada en su inmensa soledad porque no la habitaría nadie, una voz sin nadie
que escuche, una palabra que no tendría respuesta, una inteligencia infinita
sin comprensión, una belleza sin ningún admirador, una presencia y una plenitud
de ser siempre desconocidas y prácticamente inexistentes porque ninguna otra
inteligencia estaría allí para darse cuenta, nombrarlas y extasiarse ante ellas
en un rapto de asombro, adoración y reconocimiento. Y si es verdad decir que si
no hubiera ovejas, no habría pastor; en cierto sentido es verdad también que si
no hubiera hombre (inteligencia creada) no habría Dios, porque no habría nadie
en el Universo para darse cuenta de su
presencia y su existencia.
Dios tiene necesidad de ustedes, parece decirnos
Jesús. Dios los ama como a sus hijos más queridos. Ustedes dan vida a Dios en
este mundo, y Dios, a su vez, les permite vivir en humano en este mundo.
Confortándolos con su amor y su presencia, hace de manera que ustedes vivan en
esa confianza que los libera de todos los miedos que envenenan vuestra vida y
frecuentemente los vuelven inhumanos.
Así el mensaje central de este pasaje del evangelio.
En este texto hay, sin embargo, otro punto sobre el
que querría atraer la atención. Jesús
insiste en el hecho de que, para entrar en el redil, no sólo hay que pasar por
la puerta, sino que él es la puerta.
Aquí Jesús parece indicar una pretensión inaudita. Parece insinuar que sólo por
él, sólo por intermedio de su presencia en la historia y en la vida de cada
uno, encontraremos los medios necesarios para realizar nuestra existencia, así
como el acompañamiento y la ayuda necesaria para conducirla a la seguridad del
redil.
Es un hecho que todos estamos obsesionados por buscar
nuestra seguridad. Todos somos ovejas en busca de un redil donde podamos
sentirnos seguros y protegidos. Sin duda es la reacción al hecho de que vivimos
nuestra existencia en un estado de inseguridad profunda. Sentimos que todos
somos fundamentalmente seres frágiles, vulnerables, amenazados. Y nuestra
preocupación principal es blindarnos, protegernos, prevenir peligros e imprevistos,
prever momentos y sorpresas desagradables. Por eso nos acorazamos con toda
clase de seguridades. Lo aseguramos todo: casa, coche, perro, bienes, trabajo,
viajes, salud, nariz, piernas, senos, nuestra vida…
¡Eso no es todo! Creemos que la llave que abre la
puerta de la seguridad y la felicidad, la tenemos en el bolsillo y ¡¡¡basta con
sacarla para poderla utilizar!!! ¡Conocemos las puertas que introducen en la
felicidad terrena! Se llaman belleza, apariencia agradable, buena forma física,
silueta esbelta y seductora, dinero, poder, éxito, renombre, que nunca nos
falte nada, permitirnos todas las experiencias… vivir la vida a pleno…
El texto del evangelio parece ponernos en guardia
contra esos otros mesías, profetas, pastores, que buscan seducirnos y convencernos
de pasar por todas esas puertas. ¡Desconfíen –nos advierte el evangelio de hoy-
de esos accesos fáciles al éxito y la felicidad! Podrían ser trampas… ¡no
llevar a ningún lado¡ ¡Hacerles daño¡ ¡Decepcionarlos! Esos profetas y pastores
falsos no buscan vuestro bienestar, sino sólo su interés. Son seres astutos y
malignos que se aprovechan de vuestras debilidades, vuestra buena fe, vuestra
ignorancia, para enriquecerse a vuestra costa. No vienen en mi nombre; no están
animados por mi Espíritu… entonces ¡no les crean! ¡Manténganse lejos de ellos,
porque sólo son aprovechadores, bandidos y ladrones! Lejos de ellos. La única
puerta fiable, soy yo, nos advierte Jesús en el evangelio de hoy. Es en mí,
confiando en mi palabra y mi Espíritu, como encontrarán la seguridad y la
felicidad. Sólo a través de la fe en la presencia de Dios en vuestras vidas y
confiando en su amor incondicional, se sentirán verdaderamente en seguridad
bajo la protección de su ternura y su amor.
Bruno Mori - Traducción:
Ernesto Baquer
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