jeudi 1 décembre 2016

HAGAN AMIGOS CON EL DINERO DESHONESTO - Lc. 16, 1-13

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El texto nos guarda una sorpresa:! Jesús parece aprobar y alabar a los estafadores!: "El patrón admiró la manera tan inteligente de actuar de ese administrador deshonesto…". Pero sus oyentes captaron muy bien el sentido de sus palabras, puesto que Jesús lo llama administrador deshonesto. Si Jesús usa aquí este ejemplo un poco provocativo, es para reflejar algo muy importante, sobre la última frase que es la que nos dice de qué cosa se trata: tenemos que hacer una elección, y elección urgente, entre Dios y el dinero: "No pueden servir a Dios y al dinero.

Jesús presenta toda una serie de oposiciones: entre los hijos de este mundo y los hijos de la luz, entre ser de fiar en lo pequeño y lo grande, entre una riqueza deshonesta y una riqueza auténtica, entre un bien para nosotros y un bien para los demás. Todos estos contrastes tienen una sola finalidad:  que descubramos que el dinero es un engaño, una trampa y que consagrar la vida únicamente a ganar dinero es errar el camino, tomar la dirección equivocada. Es como un acto de idolatría.

En la frase "no pueden servir a Dios y al dinero", la palabra "servir" tiene un sentido religioso. Hay un solo Dios y no debemos fabricarnos otros dioses, que son sólo ídolos, ídolos que esclavizan. Sólo Dios libera. Y el dinero puede muy bien transformarse en ídolo cuando convierte un medio en un fin. Cuando se transforma en la sola y única cosa que tiene valor para nosotros. Cuando estamos obsesionados por el dinero, no somos más libres. Si nos dejamos apresar por este pensamiento, es el dinero quien nos posee y no nosotros los que poseemos dinero. ¡Ya no somos señores del dinero, nos convertimos en sus esclavos…! Desconfíen de lo que poseen para no ser poseídos, dice un famoso proverbio popular. El domingo (para los hebreos el sábado) apunta entre otras cosas a esto: liberarnos del afán de ganar, de la preocupación por poseer; reencontrar al menos una vez a la semana, el placer de la libertad, la gratuidad, la generosidad, el dar en vez de poseer. Dar al necesitado, saber compartir con los otros, contribuir con nuestro dinero a una buena causa, como puede ser por ejemplo participar en los gastos de nuestra iglesia, eso es ser un hábil administrador de los propios bienes, porque con el dinero hacemos amigos seguros y de confianza que intercederán por nosotros cuando comparezcamos delante del Señor.

El dinero es engañoso de dos maneras. Primero nos hace creer que nos dará la felicidad, pero llegará un día en que habremos de dejarlo todo. "Utilicen el sucio dinero para hacerse amigos… que los reciban un día en las moradas eternas", claramente es una alusión a la muerte. Jesús quiere hacernos entender que ¡no vale la pena estar entre los más ricos del cementerio!

En segundo lugar, el dinero nos engaña cuando creemos que nos pertenece de modo exclusivo. Jesús no pide que despreciemos el dinero, sino que lo pongamos al servicio del Reino y de los demás. No somos propietarios de los bienes que administramos, somos sólo administradores. El excedente no nos pertenece más si los otros lo necesitan para vivir o para sobrevivir. Es por este motivo que Jesús habla de "propiedad ajena", porque no nos pertenece. Por eso, entre las condiciones que enumera para seguirlo, incluye también la capacidad del discípulos de separarse de las propias pertenencias: "Quien de ustedes no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser mi discípulo" (Lc 14,33). Es verdad que no tendríamos ningún beneficio en ser el más rico del cementerio, pero puede ser bueno ser ricos, si hacemos que lo aprovechen los demás.

En la frase "fieles con las riquezas injustas", la palabra "fieles" es muy importante: ser fiel significa tener fe, esto es tener confianza. El dinero, los bienes materiales que se nos han confiado, sólo somos los administradores, los responsables, y nosotros debemos tener confianza en Dios, contar con él y no exclusivamente usar su dinero para la realización de nuestra existencia. Cuando usamos nuestro dinero para ayudar a las necesidades de quien tiene menos que nosotros, lo transformamos en bienestar para nosotros y los que nos rodean. Y de esta manera incluso le damos gusto a Dios quien se identifica con los míseros y los pobres.

En el administrador de la parábola, lo que Jesús admira, no es su deshonestidad, sino la perspicacia y destreza para encontrar soluciones inteligentes para garantizar el futuro y el bienestar de todos… Es verdad que a menudo el afán y el ansia de hacer dinero agudizan nuestro cerebro y lo vuelven emprendedor. Jesús quiere que pongamos el mismo ardor por la paz, la justicia, el bien a los demás…
El día que seamos capaces de dedicar a la paz, la justicia, el bien común, a nuestra iglesia, tantos esfuerzos y sacrificios como consagramos a engordar nuestra billetera… ese día será el inicio de un mundo menor.. y de una verdadera sabiduría.

Bruno Mori   

(traducción: Ernesto Baquer) 



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